lunes, 30 de mayo de 2011

Nacido de Nuevo

Después de graduarme del instituto, estaba por comenzar una buena carrera en la universidad. Mi salud era excelente, mi familia estaba complacido con mi desempeño académico y tenía muchos amigos. Sin embargo, había algo indefinido que me faltaba. La  carrera que estaba por comenzar no era exactamente la que yo quería, mis noches de música y baile ya no eran tan buenas y la valoración de mis colegas ya no era tan importante. En general yo sentía una insatisfacción interna que no tenía base ni explicación racional. Reflexioné sobre el asunto con la misma disciplina metódica con que enfrentaba los exámenes y concluí que la solución era mejorar mi vida social; elevar la velocidad de mis actividades y mantenerme ocupado más tiempo. Comencé con ropa nueva, fiestas, popularidad y evitar estar solo. No funcionó.
Ese verano acudí a una reunión cristiana cerca de casa donde escuché la Palabra de Dios por primera vez, con curiosidad y un poco de escepticismo. Hablaron de Dios, Cristo, la oración, el pecado, el mundo y la salvación disponible. Yo oré al Señor al final de la reunión siguiendo la sugerencia del orador. Esta oración fue guida por otro, pero era mía. Acepté al Señor Jesús como mi salvador personal y mi Señor, y le pedí que perdonara mis pecados y entrara en mí. Al salir, sin sentir trompetas ni música, no tenía idea de lo que había pasado -nadie me lo explicó- y regresé a mi “normalidad”. En el momento también creí que nada había sido resuelto en cuanto a mis dificultades.
En todo mi tiempo de universitario yo creí que en aquella mañana del verano del 93 no había ocurrido nada. Sin embargo esa mañana yo escuché, creí, oré y nací de nuevo (Jn 3:1-10). Ese hecho lo cambiaría todo.

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¡El Dios de paz nos muestre a todos Su misericordia!