lunes, 30 de mayo de 2011

La creación fue corrompida por la rebelión de Satanás y Dios juzgó la tierra

Génesis 1:1 no es el tema general del relato de la creación completa. En realidad el primer versículo contiene la creación original del universo (preadámica), antes de la rebelión de Satanás. Antes de la rebelión de Satanás la creación fue buena, pero éste la arruinó, tal como vemos en el versículo 2 (Job 38:4-7; Isaías 45:18). Este versículo comienza indicando un giro brusco de la creación, donde la tierra desolado, vacío, con tinieblas. Esto aconteció después del juicio de Dios sobre la tierra como resultado de la rebelión.
Este juicio está relacionado con las tinieblas (Exodo 10:21-22 y Apocalipsis 16:10), con la desolación y el vacío. Por último, el abismo representa aguas profundas, lo cual alude a la muerte. El agua en la Biblia tiene un significado doble: Vida, algo viviente, si corre como manantial, para vivificar a la gente y satisfacer su sed; y muerte si está estancada, como el agua del bautismo donde somos sepultados, las aguas del mar Rojo, por donde pasó el pueblo, o el Jordán, por donde también atravesó Israel para llegar a la tierra prometida. Así que la tierra no sólo estaba desolada y vacía, sino también en muerte y bajo la muerte. Me ha impresionado especialmente este fragmento del mensaje 3 del estudio-vida que dice:

Oración al Comienzo del Estudio-Vida de Génesis

Esta es la oración que da comienzo al Estudio-vida de Génesis:
He regresado desde el mensaje 3 para emplear algún tiempo en esta oración inicial. Quizás suene raro a muchos el hecho de que he orado esta oración, pero lo he hecho y puedo decirles que he disfrutado al Señor, lo he experimentado en la Palabra, he visto, he sido alentado, instruido y corregido; mis conceptos cambiados y mis motivaciones internas en relación con el estudiar la Palabra cambiados también. He notado con gozo que ya no es curiosidad intelectual, sino anhelo del Señor quien es tan dulce y rico; y la revelación bíblica, más que mera narración de hechos, revelación de Cristo.
En la oración encontramos la Biblia, la vida divina, eterna, contenida en las Escrituras y en este libro en particular, y luego tenemos el estudio de la misma. Noten el orden. Para mí ha sido muy revelador. Este estudio-vida es una exposición rigurosamente escritural, pero no es academicista y teológica en principio, aunque también muestra la teología más elevada. El énfasis es el disfrute de la vida divina, Quien es el Señor en nuestro espíritu: disfrutable, divino, eterno, rico y quien es todo para nosotros, nuestra salavación, nuestra luz, nuestro camino, nuestro alimento y sustento... Toda la Verdad tiene que ver con nosotros. Si es algo fuera de nosotros, sencillamente es algo que no es bíblico y según el propósito divino. Hemos de ejercitar nuestro espíritu para contactar con el Señor siempre que nos acerquemos a la Palabra, pues la Palabra recogida y escrita es Espíritu y es vida. Hay quien no se siente muy cómodo con este énfasis, pero desde mi experiencia puedo decir que al ejercitar mi espíritu al acercarme a la Escritura, en cierto sentido ha hecho que la Palabra sea nueva para mí, pues es el Espíritu quien da vida, la letra para nada aprovecha.
Yo he estudiado la Biblia varias veces siguiendo varios métodos, propios y aprendidos y puedo testificar que el Estudio-vida da en el blanco en cuanto a conocer al Señor, quien es la Verdad y quien es vida que da vida. La Verdad no es el compendio de las cosas constatablemente verdaderas, sino una persona maravillosa. Las respuestas necesarias vienen espontáneamente en forma de revelación. Lo comparto y recomiendo, hermanos.

Disfrute del Estudio-Vida de Génesis, por Witness Lee (Living Stream Ministry)

La Causa y el Propósito de la Rebelión de Satanás

En el mensaje 2 del estudio-Vida de Génesis por Witness Lee no hay una presentación del tema desde la teología sistemática, sino desde la perspectiva de disfrute que tiene el creyente de Cristo. El tema de la rebelión de Satanás no es objetivo y ajeno a nosotros. Hemos de comprender las consecuencias para la creación de esa rebelión. Como todos los mensajes, éste está profundamente arraigado en las Escrituras, por tanto es una presentación de las mismas muy fiel y exhaustiva, enfatizando, no sólo el que aprendamos algo con nuestra mente, sino (y principalmente) que tengamos revelación y seamos edificados. Es una palabra de revelación para que el Señor y Su propósito nos sean revelados.
He aprendido que Satanás no fue creado por Dios en maldad (Ez 28:15) y además (Satanás) tenía un lugar privilegiado en la creación. Él era el querubín ungido de Dios; el más cercano de Dios. Tenía el reinado y el sacerdocio, la misma posición que los redimidos de Dios tendremos para siempre (Ap. 5:9-10; 20:4-6). Dios nos ha escogido como Sus sacerdotes y reyes, para que asumamos la posición y el oficio que tenía Satanás, lo avergoncemos y glorifiquemos a Dios.
Satanás se rebeló contra Dios por el orgullo de su corazón (Ez 28:12, 17). Era "el sello de la perfección"; contempló su belleza y resplandor y se corrompió.
Poner los ojos en lo que Dios ha hecho por nosotros y olvidarnos de Dios mismo siempre nos incita a enorgullecernos. El apóstol nunca permitía que un “recién convertido” fuese puesto como anciano de la iglesia, “no sea que cegado por el orgullo, caiga en la condenación del diablo” (1 Ti. 3:6) y aún él mismo era consciente del peligro respecto a sí mismo (2 Co. 12:7). El diablo puede usar las virtudes, cualidades naturales y los dones espirituales para volvernos orgullosos. Satanás se exaltó, pero el Señor Jesús “se humilló a Sí mismo” (Fil. 2:8). Por tanto, el Señor venció a Satanás, y éste no tenía nada en Él (Jn. 14:30).
El propósito de la rebelión de Satanás era ser igual a Dios. Cinco veces Satanás se refiere a sí mismo en el momento de la rebelión. “[Yo] subiré ... levantaré mi trono ... en el monte del testimonio me sentaré ... sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Is 14:13-14).
La causa de todas las rebeliones en la Biblia es la ambición de una posición: Babel (Gn. 11:4), Datán, Abiram y los doscientos cincuenta príncipes israelitas (Nm. 16:1-3) y la de Absalón (2 S. 15:10-12). Su causa fue la maligna ambición de obtener una posición. Sin embargo, el Señor Jesús “se despojó a Sí mismo, tomando forma de esclavo ... por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Fil. 2:7, 9).

Lo Revelado en la Creación y Su Motivo, Propósito,Base, Medio y Proceso

Cuán rico es Dios que se revela en Su creación, basada en Su propia voluntad y beneplácito, hecha por medio de Cristo como Su Hijo y Su Palabra. Esto amplía mi visión. Aleluya. He orado y disfrutado al Señor en Génesis por primera vez. Antes me parecía un libro descomunal y solemne, pero seco. Mediante este estudio algunos velos, definitivamente han caído, y he obtenido luz.
Cuando Dios crea todo, y finalmente al hombre, a Su imagen y conforme a Su semejanza, revela Su deseo y beneplácito (Ef 1:5,9) y manifiesta Su propósito en la eternidad (Gn 1:1; 3:3), en dos aspectos: 1- Glorificar a Su Hijo (Col 1:15-19), pues en Romanos 5:14 vemos que Adán prefiguraba a Cristo y manifestarse a Sí mismo (Dios) a través de la misma creación. Dios es manifestado en el hombre, particularmente por medio de Cristo Su Hijo. Cristo es la corporificación de Dios (Col. 2:9). Cuando Cristo es glorificado en el hombre en medio de la creación, Dios también es manifestado. Si leemos la Biblia con atención, veremos que los cielos existen por causa de la tierra y ésta existe para el hombre y el hombre para Dios Dios (Zac 12:1). Creó al hombre como entidad corporativa para que lo contuviera a El, lo expresara y lo glorificara.
La base de la creación es la voluntad y el plan de Dios (Ef. 1:10). Todo fue creado conforme a Su voluntad (Ap 4:11) y a partir de Su voluntad formuló un plan dentro del cual creó.
De igual manera Dios creó todo mediante Cristo como Su Hijo (Col. 1:15-16; He. 1:2b) y Su Palabra (He. 11:3; Jn. 1:1-3) y en cierto sentido, en Cristo. Cristo es el eje que sostiene todas las cosas (Heb 1:3; Col 1:17) para Su gloria, para Su Cuerpo. Estamos sostenidos sobre este universo. Además, los cielos y todas sus huestes y ángeles fueron creados primero. La tierra, probablemente con algunos seres vivos, fue creada en segundo lugar (Job 38:4-7).
"En el principio" (Gn 1:1; Jn 1:1) se emplea de dos maneras. "El principio" del evangelio es anterior, en la eternidad, sin comienzo, mientras que en Génesis es el principio del tiempo. En el principio de la creación, "Dios" está en plural y el verbo "creó" en singular, lo cual es muy interesante. A mí por mucho tiempo me intranquilizó esta aparente discordancia. Aqui se nos muestra muy claramente que Dios es uno pero a la vez es tres, ambas cosas al mismo tiempo y sin excluirse mutuamente. Aqui tenemos el génesis de la revelación de la Trinidad. En el v.26 Él se llama a sí mismo "nosotros" (en sujeto omitido).
Génesis 1 y 2 usa tres verbos distintos acerca de la creación y la restauración: crear (traer algo a la existencia, de la nada), hacer (algo que ya existe para producir algo distinto) y formar. Dios no creó la luz el primer día, ni la tierra en el tercero, porque la luz ya existía y la tierra estaba sepultada bajo las aguas. En el primer día Dios no creó, mandó. En cuanto al tercer verbo mencionado: Formar (un cuerpo físico al hombre). La obra de creación de Dios se encuentra en el v.1 y Su obra de restauración empieza en el v.3.
Por último, he visto más claramente que la creación demuestra la existencia de Dios y declara Su gloria (Sal. 19:1-2) y la última frase del mensaje realmente me impresionó: "Aunque el poder divino y la Deidad son invisibles, el hombre puede entenderlos mediante las cosas hechas. El hombre puede entender y no tiene excusa (Ro. 1:20). Considere la creación; ¿cómo podría uno decir que Dios no existe?".

Esquema General y Pensamiento Central de Génesis

Estoy disfrutando mucho el Estudio-Vida de Génesis, por Witness Lee. Está lleno de revelación y es revelador, porque es una palabra cuyo origen es la experiencia de la vida y el disfrute del Señor y no la explicación académica de la teología. He aprendido que el esquema general del libro de Génesis es "Dios creó, Satanás corrompió, el hombre cayó y Jehová prometió salvar", un esquema que se completa con la promesa de la salvación, que es real, concreta y práctica para nosotros hoy. El esquema general del libro, así como su contenido, está gobernado por un pensamiento central, que es "Cristo es la esperanza y la salvación del hombre caído, y Dios hará que el hombre caído cumpla Su propósito por medio de Cristo". Nos encontramos, desde este primer mensaje del estudio-vida, con la escritura como el aliento de Dios, porque toda la Escritura como el aliento de Dios, significa efectivamente "Toda la Escritura", incluyendo Génesis. El Cristo eterno y preexistente, quien es el Logos divino, la Palabra viviente, habló palabras que son Espíritu y son vida y hemos de acercarnos a la Escritura ejercitando nuestro espíritu, siguiendo el principio de tomar el árbol de la vida y no el del conocimiento para que también sea vida para nosotros y no conocimiento vacío, es decir vida y no muerte.
Este libro, que es el primero que aparece en las Sagradas Escrituras, es un libro que más que un mero relato de la creación y la narración de la vida de algunos hombres notables, es una presentación de la vida divina y de cómo estos hombres vivieron con Dios para el cumplimiento de Su propósito, mediante Cristo como la esperanza y la salvación del hombre caído. Tenemos que abrirnos al Señor al enfrentar la lectura de este libro y permitir que el Señor nos ilumine y nuestro concepto sea cambiado.

Disponible en http://www.lsm.org/espanol/

Dios, la Serpiente, el Hombre y Jehová

El esquema general de Génesis es "Dios creó, satanás corrompió, el hombre cayó y Jehová prometió salvar".
El libro se divide en 3 secciones (Caps. 1-2; 3-11; 12-50), cada una comienza con un nombre: Dios, la serpiente y Jehová. Dios creó, la serpiente corrompió, y Jehová llamó. Dios creó los cielos para la tierra, la tierra para el hombre y el hombre para Dios. La serpiente (Satanás) se infiltró para corromper toda la crwación a través de la rebeldía. Sin embargo allí también vemos a Cristo como la esperanza del hombre caído. Ahora, Jehová llamó a Abraham para comenzar algo nuevo.
El pensamiento central del libro es "Cristo es la esperanza y la salvación del hombre caído, y Dios hará que el hombre caído cumpla Su propósito por medio de Cristo". Cristo es la vida para los que El restauró desde la caída. Los 2 primeros capítulos, en realidad, y desde la comprensión apropiada, son una revelación de la vida. Las 8 biografías no hablan mucho de las obras de esos hombres. Más bien relatan su vida, su conducta y su andar con Dios. La Biblia nos dice poco de lo que hizo Adán, pero menciona cuánto vivió: 930 años. Lo único que dice Génesis acerca de Enoc es que caminó con Dios, y que finalmente fue arrebatado a la presencia de Dios. Noé hizo una obra, pero no conforme a sí mismo ni tampoco para sí mismo. Lo hizo todo conforme a la revelación de Dios y para cumplir el propósito de Dios. Usa las biografías de ocho personas para mostrar cómo El necesita una vida que cumpla Su propósito.
En este libro la última vida fue la de Jacob, aquel que finalmente fue llamado Israel, príncipe de Dios. Esta es la intención de Dios: obtener un Israel. Todos debemos ser llevados a la posición en la cual Dios pueda considerarnos Su Israel. Se trata enteramente de la vida. Por tanto, Génesis se centra en la vida, y esta vida es Cristo.

Acerca de la Biblia

He comenzado a leer el Estudio-Vida de Génesis. Les comparto estos 5 puntos que me han impresionado de la introducción del mensaje 1. Yo por años enfaticé lo que decía o narraba la Biblia en lugar de lo que realmente es. Cuánta bendición ejercitar nuestro espíritu al tomar la Palabra, para experimentar apropiadamente al Señor de la Palabra y ser genuinamente nutridos y constituidos.
La Escritura es más que el pensamiento de Dios y las palabras de Dios, es el aliento mismo de Dios (2 Ti 3:16), exhalado desde el mismo ser de Dios, contiene el elemento mismo de Dios y ha sido puesto por escrito.
Las palabras que el Señor pronuncia son Espíritu y son vida (Jn 6:63), así que la Biblia, como Palabra de Dios, es espíritu y vida. Tenemos dos asuntos que nos presenta la Palabra: El Espíritu es Dios (Jn 4:24)y la vida es Cristo (Jn 14:6). La Biblia no es Dios mismo, sin embargo, lo dicho en la Biblia es Espíritu y el Espíritu es Dios mismo, el Señor, quien es vida para nosotros.
Al contactar la Palabra, contactamos a Dios y recibimos vida si estamos en la posición correcta y completamente abiertos. Hemos de llegar a la Palabra con todo nuestro ser (un corazón buscador, una mente clara y sobria, y un espíritu abierto). Podemos tocar a Dios, cada vez, con nuestro espíritu y algo del elemento divino, revelado y comunicado en Su Palabra será trasmitido en nuestro espíritu. Es más que leer con los ojos, entender con la mente y buscar de corazón; Si ejercitamos todo nuestro ser así, además recibiremos revelación. Debemos recibir la palabra de Dios con toda oración y petición (Ef 6:17-18), ejercitando nuestro espíritu para tener contacto con el Señor por medio de la oración hecha con la lectura de la Palabra divina.
La Biblia es un libro de vida, la revelación de Cristo como vida. Ésta es el punto central de la Biblia y su principal revelación. El Señor dice: "Soy la vida" y "He venido para que tengáis vida". Esta vida es la persona misma de Cristo Jesús, una persona divina y viviente, quien es nuestra porción.
Al abrir la Palabra hemos de comprender que entramos en contacto con Cristo como nuestra vida. No debemos repetir el error de los judíos que escudriñaban en las escrituras para encontrar vida en ellas sin el Señor Jesús (Jn 5:39-40) ni acercarnos a la Biblia sin tocar al Señor, más bien siempre dirigirnos a Él para recibir la Palabra viviente.
Después de creado el hombre fue delante de dos árboles: el de la vida y el del conocimiento. Si hubiera tomado del primero, hubiera recibido la vida divina, la vida de Dios, representada por ese árbol, pero tomó del otro, que representaba otra fuente que no era Dios, sino Satanás. Esto resultó en muerte.
Al venir a la Biblia encontramos el mismo principio. Podemos tomarla como libro de vida, usando nuestro espíritu al orar al Señor para recibirle como nuestra vida mediante Su Palabra o sólo considerarla un libro de conocimientos, acercándonos con nuestra mente, buscando conocimiento en la letra. Esto nos trae muerte (2 Co 3:6).
Tiene sabiduría para hacernos salvos (2 Tim 3:15). Produce fruto como semilla, es decir, por medio de lo contenido en la Biblia podemos volver a nacer, ser regenerados (1 P 1:23). Sus palabras son alimento para crecer en el Señor (1 P 2:2; Mt 4:4) y hemos de comerla (Jer 15:16), ingiriéndola al ejercitar nuestro espíritu al leer y nos da la mejor enseñanza para perfeccionar al hombre de Dios (Ro 15:4; 2Tim 3:16).
Es principalmente una predicción de Cristo: anuncia con palabras sencillas, sombras, tipos y muchas figuras al Cristo que vendría; fue escrita toda en torno al Señor (Lc 24:27, 44). Podemos dividirlo en tres secciones principales: Moisés (que representa la ley), los profetas y los salmos. El Señor afirmó que cada sección contiene algo acerca de Él y dan testimonio de Él (Jn 5:39; Heb 10:7). Por consiguiente, el Antiguo Testamento es principalmente un relato que profetiza acerca de Cristo como el todo para el pueblo de Dios).

Impactado y cautivado por la vida divina

Un verano, hace algunos años yo estaba en un grupo cristiano que le daba mucho énfasis al estudio de la Palabra. Incluso muchos entre ellos tenían un gran nivel de conocimiento de la Biblia y trabajaban mucho enseñando a los más jóvenes. Los domingos por la mañana el pastor siempre nos recomendaba enfáticamente que no dejáramos de leer la Biblia cada día y aún que guardáramos los temas impresos que se impartían cada semana para que pudiéramos revisarlos después. Yo estaba cautivado por el Señor y quería servirle. Amaba Su Palabra y quería entrar en ella para serle útil y que Su obra siguiera delanteNo faltaba a ninguna reunión, escuchaba todo con atención, era diligente en obedecer a los hermanos que nos pastoreaban y leía todos los libros cristianos que caían en mis manos. Mi oración a menudo era:
Fuimos a un campamento rural para los creyentes jóvenes de varios grupos cristianos de la provincia. Habíamos invitado a una hermana que estaba en la ciudad por algún tiempo por asuntos de trabajo y ella aceptó ir con nosotros. El objetivo era estar juntos, escuchar mensajes sobre la iglesia y el Cuerpo, y tener tiempos de charla y oración juntos, alejados de la ciudad. Una noche, luego del mensaje se nos animó a que formáramos grupos para orar acerca del tema y hablar sobre él. Nos reunimos algunos y todos opinábamos, agregando porciones bíblicas que sostenían nuestra intervención, generalmente centrada en nuestras preferencias e inclinaciones.
Algunos preferían las reuniones tranquilas y ordenadas. Según ellos eso tenía fundamento bíblico y defendían esta postura. Otros creían que debía haber más libertad, con una liturgia más flexible, con sus porciones de apoyo y su pasión. Discutíamos sobre qué tipo de reuniones estaban bien y cuáles estaban mal (1Ti 1:4). Todos teníamos opiniones, mucha información y elocuencia y nos aferrábamos a ellas confiados y apasionados (Prov 26:12). En cuanto terminó el debate le pregunté a nuestra invitada, que estuvo escuchando en silencio todo el rato, sobre la opinión de ella. Me respondió:
“Bueno, no es una opinión personal mía, es la revelación bíblica (2Ti 3:16), pero creo que si la reunión es tranquila y ordenada, y además es viviente, es decir, si está llena de la vida de Cristo, entonces está bien porque su realidad es Cristo. Si es tranquila y ordenada, y no está llena de la vida divina, entonces está mal. Por otro lado, si la reunión es desordenada y ruidosa y es viviente, está bien, pero si es ruidosa y no tiene vida, está mal. El referente es la vida divina y la experiencia de la vida divina (Jn 1:4), no el arreglo  externo.”
Yo quedé completamente mudo. Mi sabiduría para responder a casi todo se desvaneció (Ro 12:6). Había sido llevado a un terreno en el cual yo no tenía experiencia ni palabras. Yo conocía muchos versículos bíblicos, estaba familiarizado con la historia de la iglesia y con cada libro de las Escrituras, iba varias veces por semana a escuchar a mi pastor, que era un reputado teólogo, sin embargo, este hablar y este enfoque eran extraños y nuevos, aunque maravilloso. Nadie nunca me había hablado de la vida divina.
Al regresar a casa llevaba conmigo el libro "El quebrantamiento del hombre exterior y la liberación del espíritu" del hermano Watchman Nee. Allí todo era nuevo para mí. Sus experiencias eran de un hombre que vivía a Cristo, no solamente que sabía acerca de Cristo, que tenía el disfrute y la experiencia del Señor como vida, no un mero expositor de teoría bíblica. Fui expuesto en mis carencias y necesidades. Había tanta luz en ese libro que tuve que orar mucho para poder completar una primera lectura.

Enseñado, guiado, cuidado y adiestrado por hermanas

Fue mi abuela la primera hermana que me mostró a Cristo en su diario vivir (1Tim 3:15). Con ella fui a mi primera reunión cristiana y conocí personas salvas. Ella pasaba tiempo en la oración y la Palabra cada día. Yo pensaba que ese libro que leía debía ser maravilloso (2Tim 3:16) porque parecía bastarle y satisfacerla. Ella marcó profundamente mi niñez. Cuando finalmente fue a reunirse con el Señor, ya yo era un cristiano que servía a Dios.
Una segunda hermana me predicó el evangelio y a varios de mis amigos. Me habló directamente de parte del Señor de mi necesidad del Señor y me invitó a recibir al Señor como mi salvación (Mr 16:15). Quedé impresionado. Escuché la Palabra de Dios, creí y recibí al Señor.
Años despuésel Señor me cautivó completamente y me llevó de regreso a Él (Lc 15:20), principalmente mediante otra querida hermana. Yo había orado la noche anterior en mi habitación: “Señor Jesús, sálvame y sáname para servirte. Por favor, Señor, mira en la situación en que estoy…” Él fue tan dulce esa noche. Lo experimenté y disfruté de manera especial. Cuando terminé de orar sentí una paz y un gozo tan profundos que ni siquiera sabía que era posible. A la mañana siguiente, fui a casa de esta hermana y su esposo. Ellos dejaron todas las tareas de ese día para escucharme, orientarme y servirme. Oramos mucho juntos, me abrieron la Palabra en la Biblia, me respondieron pacientemente innumerables preguntas; me compartieron algunas de sus experiencias con el Señor y me hicieron algunas sugerencias prácticas. Cristo fue muy real y poderoso ese día. Desde esa mañana la Palabra de Dios fue rica y disfrutable (Jer 15:16). Junto a la oración, llegó a ser mi principal ocupación (Ef 6:18). Yo quería terminar cualquier otra cosa para regresar a la oración y la Palabra. Esta hermana (y su esposo) me cuidaron tiernamente y oraban conmigo a diario. Me animaban, me aconsejaban y me requeríanNunca dejaron de ser estrictos en sus indicaciones, pero nunca como enseñoreándose, sino en amor (Ef 4:16).
Hubo muchos hermanos que también me trajeron la porción de Cristo en su momento, pero cada vez que el Señor quiso comenzar una nueva etapa en mi experiencia y disfrute de Él, colocó una hermana junto a mí, y Él fluía con abundancia.

Algo había Cambiado

Cuando yo estaba en el instituto no tenía problemas existenciales. Era parte del medio y así estaba bien. Las fiestas, el deporte, el reconocimiento académico con el gusto por el estudio, las expectativas universitarias, la popularidad y mi estupenda familia bastaban. Estaba satisfecho con todo y aunque también había insatisfacciones, eran puntuales y superables. Al graduarme acudí voluntariamente a una reunión del evangelio donde después de escuchar sobre Dios, el hombre, la necesidad que el hombre tiene de Dios, Cristo, la salvación, la oración y el mundo, creí y recibí a Cristo como mi Salvación, mi Señor y mi Salvador. Luego me fui a la universidad.
En esa etapa no perseveré en el camino del Señor. De hecho ni siquiera  sabía qué había ocurrido exactamente durante aquella oración mía, en aquella reunión del evangelio algunos años atrás. Casi había olvidado el hecho mismo. En esa época, pensaba que aquella oración personal a Cristo, llamándole Señor, pidiéndole que me perdonara mis pecados y entrara en mí, había sido un evento aislado sin importancia ni trascendencia, con valor sólo de recuerdo y anecdótico.
Durante más de cinco años me vi involucrado en divertimentos y entretenimientos, estudios, vida disipada, presiones escolares, curiosidad bibliográfica, actividades mundanas varias, aspiraciones académicas y laborales, varios sueños y ambiciones. Yo había edificado mi vida sobre tres pilares: Mi familia, una relación de pareja estable, y mis logros académicos que me permitían un buen desempeño laboral.
Todo pareció ir bien por un tiempo, sin embargo, no podía desconocer que había algo bajo la superficie que no estaba tan bien. Todos pensaban que mi vida era buena, y lo era, así que ¿qué estaba pasando? Mi familia, aunque muy buena, cariñosa y gran apoyo para mí, comenzó a no parecerme suficiente; mi relación desapareció de pronto sin esperarlo; y mis conocimientos y habilidades no me servían para encontrar soluciones y respuestas. Quedar con los amigos ya no era tan divertido (2Co 6:14). Todo era aburrido; todo se había secado; todo era trivial, un sinsentido y vacío. Ya nada tenía el frescor de antes. Me hallaba sin anhelos.
No sabía entonces que antes de recibir al Señor, era sólo yo; después de recibir al Señor, era el Señor en mí (1Co 3:16; Ga 2:20). Lo que era suficiente para mí, para Cristo no lo era. Lo que para mí era bueno, no lo era para el Señor. Antes, mis emociones, vivencias y experiencias sólo dependían de mí y mi entorno; luego ya no era así, pues ya yo era uno con Cristo (1Co 6:17) aunque temporalmente lo desconocía. Algo había cambiado en mí aunque nadie alrededor lo sabía.

Y Algunos creían en Jesús

Allá por Octubre de 1997 mi clase de 45 estudiantes y yo estábamos a sólo 8 meses de graduarnos de nuestra licenciatura. Entonces teníamos largas noches de estudio e investigación, procesamiento de datos, ejercicios de gramática, proyectos de mejoramiento de la enseñanza teórica, libros de referencia, textos sobre corrientes de crítica literaria, horarios apretados, diagramas de fonética, estadísticas… La universidad era un hervidero de actividad política, científica, cultural, administrativa y coordinación de diversas conferencias y tutorías, y nosotros también. Si se nos miraba en aquella época podría pensar que eso era todo cuanto estaba ocurriendo allí, pero no, eso era todo sólo en la superficie. De hecho, algo escondido pasaba, que era muy real y convincente, aunque no demasiado evidente o ruidoso.
Cada cierto tiempo, entre nosotros algunos comenzaban a ser diferentes. No era un cambio masivo o grupal, sino personal. Entre estos que estaban cambiando habían grandes diferencias en cuanto a cualidades, entorno familiar, carácter, trasfondo, gustos e incluso edad. Eran profesores, becarios y estudiantes. Provenían de diferentes sitios y eran originalmente ateos, agnósticos, espiritistas, animistas o hasta algún cristiano nominal. No había patrón alguno apreciable, excepto el de estar en el entorno universitario en ese momento. Siempre que yo intentaba averiguar qué pasaba, recibía respuestas similares: “He creído en el Señor Jesús… ahora soy salvo” (Tito 1:19). La mayoría usualmente se burlaba y los calificaba de tontos (2P 3:3) o… Sin embargo, había tres asuntos muy claros que no podíamos ignorar. Ellos, en realidad, habían cambiado, desde dentro. No tenía que ver con ropas, peso corporal, gestos o maquillaje. El problema era que sus hábitos, comportamientos, opiniones, prioridades no eran los mismos (Ex 33:16) y, siendo neutrales, el cambio siempre era para mejor. Los demás no podíamos comprender. Ellos parecían de alguna manera saber lo que querían y hacia dónde se dirigían. Había un peso en ellos y un cierto tipo de satisfacción que era muy misterioso.
Lo que pasaba era que el Señor estaba produciendo un remanente y estaba cuidando bien de estos chicos en aquel medio (Ro 11:5). Hoy puedo ver que el evangelio estaba siendo predicado y muchos estaban orando por nosotros, aunque no éramos conscientes de eso.

Nacido de Nuevo

Después de graduarme del instituto, estaba por comenzar una buena carrera en la universidad. Mi salud era excelente, mi familia estaba complacido con mi desempeño académico y tenía muchos amigos. Sin embargo, había algo indefinido que me faltaba. La  carrera que estaba por comenzar no era exactamente la que yo quería, mis noches de música y baile ya no eran tan buenas y la valoración de mis colegas ya no era tan importante. En general yo sentía una insatisfacción interna que no tenía base ni explicación racional. Reflexioné sobre el asunto con la misma disciplina metódica con que enfrentaba los exámenes y concluí que la solución era mejorar mi vida social; elevar la velocidad de mis actividades y mantenerme ocupado más tiempo. Comencé con ropa nueva, fiestas, popularidad y evitar estar solo. No funcionó.
Ese verano acudí a una reunión cristiana cerca de casa donde escuché la Palabra de Dios por primera vez, con curiosidad y un poco de escepticismo. Hablaron de Dios, Cristo, la oración, el pecado, el mundo y la salvación disponible. Yo oré al Señor al final de la reunión siguiendo la sugerencia del orador. Esta oración fue guida por otro, pero era mía. Acepté al Señor Jesús como mi salvador personal y mi Señor, y le pedí que perdonara mis pecados y entrara en mí. Al salir, sin sentir trompetas ni música, no tenía idea de lo que había pasado -nadie me lo explicó- y regresé a mi “normalidad”. En el momento también creí que nada había sido resuelto en cuanto a mis dificultades.
En todo mi tiempo de universitario yo creí que en aquella mañana del verano del 93 no había ocurrido nada. Sin embargo esa mañana yo escuché, creí, oré y nací de nuevo (Jn 3:1-10). Ese hecho lo cambiaría todo.

Pastoreado por un Amigo

Un compañero en mi clase en la universidad creyó en el Señor y casi inmediatamente yo lo supe. Él me contaba lo que iba aprendiendo y experimentando, tal como lo que se necesitaba para ser salvos y lo dulce que era orar. También era muy dulce para mí escuchar. Yo no lo admitía en ese momento, pero interiormente pero me gustaba que me hablara del Señor.
Casi cada día conversábamos acerca de las reuniones cristianas a las que él asistía; me explicaba algunos versículos y me contaba cómo él se sentía. En realidad no era pesado, sino espontáneo y sin imposiciones. A mí me parecía un poco misterioso y a la vez fascinante. De vez en cuanto hablábamos de algún tema. Él escuchaba mi concepto previo sobre el asunto y luego me hablaba de lo que había en la Biblia sobre eso.
Había tres asuntos especialmente sobre este hermano que muestran por qué fue tan útil al Señor cuidándome: Él podía responder con plena convicción luego de escucharme mucho; el Cristo del cual me hablaba era muy atractivo y precioso, siempre desde la experiencia personal, verdadero, viviente, sin pedantería, y por último, estaba claro -y especialmente para los que lo conocíamos desde antes- que él había tenido un verdadero cambio en su persona y este cambio no consistía en cosas exteriores, como ropas o el uso de ciertas palabras peculiares. Yo creo que él era un gran testimonio de Cristo en la universidad (Hch 1:8). Siempre que recuerdo aquella etapa, recuerdo a este hermano y siempre lo asocio con Cristo (2Co 5:17).

Aquella Mirada en los Ojos de Ellos

Yo nací y fui criado en un hogar feliz y estable. Mi padre es ingeniero mecánico y mi madre era profesora de química y jefa de la cátedra en un instituto. Ellos constituían (aún hoy) un matrimonio exitoso.  
Mi abuela paterna era cristiana. Ella solía llevarme al culto dominical cada semana. De aquella época sólo recuerdo una cosa: La mirada (Heb 11:26) de aquellas personas que se reunían con mi abuela a escuchar la Palabra y cantar. Yo percibía algo diferente en ellos; era como una agradable pulcritud y una mirada de extraña felicidad (Ro 12:12).
En mi mundo infantil estaban mis maestros, mis libros y revistas, mis juguetes, los muebles oscuros, antiguos y sólidos, como signo de orden en mi vida familiar, mis vecinos con hogares como el mío, los amigos de mis padres, casi siempre bien vestidos y simpáticos, mis tíos, cariñosos y con empleos interesantes, mis amigos vecinos y aquella gente de fin de semana con mirada limpia (Lc 2:30)
Para mi abuela, en ese lugar estaba Cristo, la comunión con los hermanos, el gozo de la Palabra y los cánticos, estoy seguro; pero para mí sólo había un montón de gente, a la cual yo miraba con timidez, preguntándome qué tendrían que se veían contentos (Hch 26:18).

La Palabra que nos Regenera al Creer es Dios Mismo

Esta mañana el tema de la Palabra de Dios ha sido totalmente nuevo para mí. En la revelación bíblica lo que primero que vemos, en Génesis, es Dios mismo: "En el principio creó Dios...", luego vemos en el versículo 2 que la creación de Dios del versículo 1 fue malograda: "La tierra [se volvió] desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas", a continuación vemos el hablar de Dios, la Palabra de Dios: "Y Dios dijo: Sea la luz; y fue la luz". La luz fue creado por la Palabra que sale de Su boca (Mt 4:4). Toda lo que existe fue creado y es sustentado por Dios mediante Su Palabra (Heb 1:1-2; 11.3). Nuestra existencia tuvo su origen y depende del hablar de Dios (2P 3:5). En Salmos 33:6 dice:
"Por la Palabra de Jehová fueron hechos los cielos y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca." Ahora, es bastante sencillo comprender que "nuestra existencia como criaturas depende de la Palabra de Dios", pues sabemos que toda la creación fue hecha por la Palabra de Dios. El hablar de Dios produjo el universo. Sin embargo, en la práctica ¿cuánto de esto puede afectarnos en nuestra vida diria? ¿Cómo podemos experimentar a Dios como Aquel cuyas palabras son nuestro origen, nuestra realidad y nuestro fundamento real?
En 1 Pedro tenemos algunos indicios. En el versículo 23 dice que fuimos regenerados por una Simiente incorruptible, que es la Palabra de Dios. Ser regenerados es recibir una vida nueva dentro de nosotros. La palabra "regenerado" tiene la misma raiz que la palabra "gen", que se usa para designar la unidad de nuestro código genético, donde está la información biológica de lo que somos. ¡Esto es maravilloso! No obstante, aún más maravilloso es lo que vemos más adelante; que la Palabra que nos regenera vive.
¡La Palabra vive! ¡La Palabra que nos regenera vive! ¡Esta Palabra tiene vida! ¡Nos regenera porque vive, es viviente y nos aporta, nos trasmite precisamente esa vida que tiene! ¡Oh, Señor Te alabo porque Tu Palabra nos regenera, es una Palabra viviente, una Palabra con vida, una Palabra que vive! 
Pero hemos de preguntarnos ¿Qué clase de vida tiene esta Palabra, la Palabra de Dios? ¿Cuál es la vida nueva que recibimos en nosotros cuando recibimos esta Palabra, que es capaz de regenerarnos cuando la recibimos? Al final del versículo dice:
"La Palabra de Dios que vive y permanece para siempre"
¿Sabe usted de algo que permanezca para siempre? Conoce usted a alguien que viva para siempre? Esta frase "para siempre" sólo pertenece a Dios. ¡Dios vive para siempre! Vivir para siempre sólo es atribuible a Dios. Es una caraterística, una propiedad, algo de Dios. Dios es "vida para siempre". ¡Aleluya, Señor, que vives para siempre! La Biblia nos dice claramente que la Palabra de Dios vive y permanece para siempre. ¿Se ha detenido un momento a considerar que la Palabra de Dios vive y permanece para siempre? Yo lo sabía, y aún conocía este versículo, pero esta mañana ha sido tan claro para mí, tan fresco. He sido tan impactado por esto: "La Palabra de Dios que vive y permanece para siempre". En Juan 1:1 podemos leer que la Palabra es Dios mismo, por ello vive para siempre. ¡Aleluya! Allí está el secreto de que la Palabra de Dios sea el centro de toda realidad, no sólo de nuestra creación, sino de nuestra salvación y nuestra experiencia de Dios. Ser salvos y recibir la vida eterna son hechos que dependen enteramente del hablar de Dios, la Palabra de Dios. El que seamos criaturas es un asunto de la Palabra de Dios y el que seamos hijos de Dios es también un asunto de la Palabra de Dios. Podemos decir:
 "Dios nos creó por Su Palabra y nos renegeró por Su Palabra. Así como por Su hablar, por Su Palabra llegó a existir la luz; así también se hizo la luz en nosotros cuando recibimos la palabra de Dios. La Palabra de Dios hizo la luz en nosotros. Dios hizo la luz en nosotros por Su Palabra."
El apóstol Pablo nos encomienda, nos aconseja y nos trasmite desde su propia experiencia en Efesios 6:18 que la Palabra de Dios debemos tomarla, recibirla con oración en nuestra vida diaria para que podamos experimentar al Señor como nuestra salvación diaria, como nuestra vida, nuestro suministro de vida y nuestra victoria, y no ser meramente informados del texto de la Palabra de Dios.
Cuando nos sentimos cargados y oramos con la Palabra, es decir, leemos la Palabra con oración somos capaces de experimentar a Cristo como aquel que apaga todos los dardos del maligno. Cuando cada mañana tomamos la Palabra en oración, tocamos al Señor y experimentarlo como nuestro yelmo, nuestra armadura y la salvación es una experiencia de vida, es real para nosotros y no sólo una descripción teórica. ¡Acerquémonos a la Palabra con oración para recibirla en nuestro espíritu y experimentar a Dios mismo como nuestra salvación práctica. Para acercarnos a la Palabra y así acercarnos a Dios mismo hemos de hacerlo en oración, en nuestro espíritu, en todo tiempo, velando y en la comunión del Cuerpo. ¡Amén!
"La Palabra de Dios es Dios mismo, puesto que Dios y la Palabra son uno solo; siempre que nos acerquemos a la Biblia como la Palabra de Dios, debemos acercarnos a Dios (Jn 1:1; 5:39:40; 2Ti 3:16)."
¡Cuando oímos la Palabra, creímos la Palabra y recibimos esa Palabra viviente, entonces somos regenerados con la Palabra que tiene vida eterna, para honrar al Hijo y al Padre! ¡Somos salvos por Su Palabra viviente; somos salvos en Su vida, al tocar y experimentar al Señor cada día en la Palabra; al tomar la Palabra con oración para ser alimentados, conformados, santificados y salvos de manera práctica y completa!

Disfrute de La Palabra Santa para el Avivamiento Matutino "El Hablar de Dios".

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jueves, 19 de mayo de 2011

En la Biblia es revelado Dios, después Su Palabra, el hablar de Dios y finalmente nuestro hablar

En Génesis 1:1-3 es revelado primero Dios y después vemos Su hablar: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”; luego vemos que Dios, como el Espíritu “se movía” y en Génesis 1:3 Dios habló: “Y dijo Dios: “Sea la luz". Y la Luz fue hecha.
Yo he disfrutado mucho esto esta mañana. He estado orando con gran disfrute. Claramente la Biblia nos revela primeramente a Dios; el Dios revelado se mueve con un propósito definido; el Dios revelado habla y finalmente fue hecha la luz mediante este hablar de Dios. Cuando Dios dijo, fue hecho (He 11:3). Es significativo que en la revelación bíblica aparezca primero Dios y luego el hablar de Dios. Aparentemente esto carece de mayor importancia, pero si leemos con cuidado y entramos en la Palabra con oración veremos que cuando Dios es revelado; Dios se mueve y según Su voluntad/propósito específico, Dios habla -no el Dios oculto y desconocido-, sino el Dios revelado, expresado, y se hace la luz.
Cuando fuimos salvos y recibimos al Dios Triuno como el Espíritu vivificante, Quien es la vida eterna de Dios, en nuestro espíritu, fuimos redimidos por Dios y regenerados. En ese momento Cristo llegó a ser nuestro Señor y Dios fue hecho accesible y real para nosotros en Cristo como el Espíritu en nuestro espíritu. A partir de entonces, Él comenzó a moverse, a actuar, a obrar en nosotros de manera específica y Su Palabra estuvo en nosotros para que se hiciera la luz en nosotros. El mismo orden maravilloso.
Ahora, toda la Palabra en la Biblia es el aliento de Dios y lleva a cabo la obra de Dios en nosotros, nos comunica a Dios y es viviente en nosotros, pues está llena de Dios (1Tim 3:16; Heb 4:12) y es dios mismo (Juan 1:1). La Palabra es Espíritu y vida (Juan 6:63). La Palabra de Dios es la Palabra divina. Cuando tomamos esta Palabra hemos de saber que es Espíritu y es vida, más que meras ideas de Dios o pensamientos de Dios es más, es el mismo aliento (Espíritu) de Dios. Cuando tomamos esta Palabra “con toda oración y petición en el espíritu” (Ef 6:18), llega a ser nuestro alimento real, viviente y divino (Jer 15:16; Sal 119;103; 1P 2:2); nuestro sustento de Dios, lleno de Dios y de luz. Al tomar la Palabra con oración en nuestro espíritu, tocamos a Dios, ejercitamos nuestro espíritu, nos abrimos al Señor y permitimos que Él nos ocupe y nos salve de manera muy práctica. Luego el hablar de Dios será nuestro hablar (1Co 2:13; 14:36).
Nuestro hablar no será sobre nuestros asuntos, sino sobre los asuntos de Dios (1Tes 2:13); nuestro hablar ya no será nuestras quejas e insatisfacciones, sino sobre la realidad de Cristo y Su victoria, con toda la abundancia de la vida divina; ya no será nuestro pesar y nuestras murmuraciones contra algún hermano o situación, sino sobre la luz de Dios que resplandece en nosotros y en la cual expresamos a Dios, hablamos a Dios y trasmitimos al Dios que experimentamos, el Dios que es nuestro disfrute y que nos llena consigo mismo hasta rebozar de Él.
 Dios es revelado primero, se mueve y habla para que la luz sea hecha (Gn 1:1-3), y nosotros oramos con/en la Palabra para experimentar al Señor (y no solamente obtener información con nuestra mente). Entonces Dios se revelará a nosotros, se moverá y será nuestro consuelo, nuestro alimento, nuestra respuesta, nuestra salvación específica, nuestro aliento, nuestra luz y nuestro todo.

Referencias: La palabra Santa para el avivamiento matutino “El hablar de Dios”; Speaking for God, chapter 2 (sólo en inglés); Estudio-vida de Génesis, mensaje 1

lunes, 2 de mayo de 2011

Hablamos según 1 Corintios 2:13

Es muy importante el que podamos hablar. Ninguna otra criatura en la tierra es capaz de hacerlo. Antes de la creación sólo Dios tenía la capacidad de hablar. Hablar es un asunto de Dios. Ahora, alguien podría replicar: “Algunos animales hablan”. Sin embargo, esto no es así. Poder imitar no es hablar. El Dios Triuno habla; los ángeles hablan; el hombre habla, pero no los animales. Hemos sido creados por Dios a Su imagen. Él habla, así que nosotros hablamos. Nosotros podemos usar palabras naturales para describir, definir y nombrar cosas de nuestro medio natural, pero según 1Co 2:13 hablamos en palabras enseñadas por el Espíritu, que son palabras de un tipo diferente.
“Hablamos” pudiera parecer bastante obvio, pero yo estuve orando con esa palabra y hay tanta luz en ella. Me gustaría hacerles tres preguntas:
¿Vosotros sabíais que tenemos palabras que no son las que obtenemos por sabiduría humana, cultura o del medio que nos rodea?
¿Vosotros sabías que otro tipo de palabras son necesarias, y no sólo eso, sino vitales para los que han nacido de nuevo del Espíritu?
¿Vosotros sabías que el Espíritu nos enseña, que podemos interpretar lo espiritual SOLAMENTE con palabras espirituales?
Pues SÍ, seguro. ¡Cuánto necesitamos tener luz sobre este asunto! Es maravilloso que…
“Dios es un Dios que habla. Él creó el universo y continúa haciéndolo todo por medio de Su hablar. Por lo tanto, todos los que han sido salvos y poseen Su vida deben aprender a hablar por Él y a hablar Su Palabra.”
¡Gracias, Señor, porque Tú hablas! ¡Muchas gracias porque nosotros podemos hablar tus palabras! ¡Sigue adiestrándonos para que hablemos por Ti! ¡Queremos expresarnos de manera que te expresemos a Ti!
[Disfrutado hoy en La Palabra santa para el avivamiento matutino intitulado “Hablar la Palabra de Dios”, semana 1, según el libro “Speaking for God”; Living Stream Ministry]

El Hijo es el Verbo, la Palabra de Dios y el Espíritu que habla

Hebreos 1:1-2 es muy enfático y disfrutable. Es un versículo tan lleno de la vida divina y abarca varias cuestiones importantes:
El hablar de Dios no está fragmentado, no es parcial ni se trasmite de diversas maneras; el hablar de Dios no está dirigido a los antiguos padres ni es en aquellos profetas, como solía ser. Dios ha llegado a ser un Dios conocido para nosotros. ¡Aleluya! Nosotros recibimos y participamos de Su hablar. Él ciertamente nos habla de una manera que es completa y todo-inclusiva. Este hablar es una Persona, el Hijo, que es la Palabra de Dios (Juan 1:1, 14,18). El Hijo, como el Verbo, la Palabra de Dios, es el Dios completo y es el Espíritu (1Co 15:45; 2Co 3:17; Jn 6:63). Yo he sido muy impresionado esta mañana con el siguiente párrafo:
“Cuando el Hijo habla, Él es el Espíritu; o sea, que el Espíritu es el Hijo mismo hablándonos. El Hijo de Dios es el Verbo, la Palabra. Cada vez que la Palabra es emitida, se convierte en el Espíritu. Este hecho nos lo demuestran las siete epístolas en Apocalipsis 2 y 3. Al principio de cada epístola es el Señor quien habla, pero al final se nos dice que debemos oír lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Dios habla en el Hijo, así que el hijo es el hablar de Dios, Su Palabra. Cuando el Hijo nos habla es el Espíritu que nos habla, que habla a las iglesias y juntamente con las iglesias (Ap 22:17) porque la iglesia y el Espíritu son uno. Esto es maravilloso. ¡Una gran visión! ¡Un plan excelente!
[Disfrutado hoy en La Palabra santa para el avivamiento matutino intitulado “Hablar la Palabra de Dios”, semana 1, según el libro “Speaking for God”; Living Stream Ministry]

El hablar de Dios

Ahora valoro mucho más la Palabra de Dios. He sido impresionado por la Palabra Santa para el Avivamiento Matutino de la semana 1 día 1, cuyo tema es “El Dios que habla desea que el hombre hable por Él”.
La Biblia revela a Dios, Quien es el centro de la realidad de la creación y luego nos muestra la Palabra de Dios, en ese orden (Gen 1:3). Dios se expresa como la Palabra, que es Su hablar. Mediante Su hablar Él es conocido y desvelado (Heb 1:1-3). El Dios en Su totalidad puede ser hallado en Su Palabra. Dios es el contenido de la Palabra , la realidad de la Palabra y es la Palabra (Jn 1:1). En gran medida nosotros dependemos de la Palabra de Dios ya que el universo ha sido constituido por la Palabra de Dios (Heb 11:3). Dios habló y creó el universo (Gen 1-2); además, este hablar es viviente, vivificante y capaz de sustentarlo todo (Heb 1.3; Mt 4:4). Nuestra salvación y el hecho que recibamos la vida eternal también dependen del hablar de Dios (1P 1.23; Juan 5:24). Cuando venimos a la Biblia, como Palabra de Dios, a Dios mismo debemos venir (2Tim 3:16), así que usar nuestro espíritu para leer la Biblia nos conduce de una manera práctica a experimentar a Dios en la Palabra.
“Consideremos ahora el hecho de que Dios haya hablado. Si hubiera un Dios en el universo, ¿qué sería lo primero que Él haría. Ciertamente, antes de cualquier cosa, Él hablaría. Si Dios está vivo, seguramente debe hablar. Si Él es real, Su hablar dará testimonio de este hecho. Si Él es un Dios que se mueve, se moverá por medio de Su hablar. Si Él está realizando alguna obra, la llevará a cabo mediante Su hablar”.
Es maravilloso que nuestro Dios se haya revelado a nosotros y a todo el universo. Dios está aquí, descubierto, accesible para nosotros Sus hijos.

Más: "Speaking for God" (sólo disponible en inglés) y el "Estudio-vida de Hebreos" por Witness Lee, Living Stream Ministry.

Conocer el pensamiento central de Dios, Cooperar con la obra central de Dios y vivir en el romance divino

Si queremos llevar una vida para el cumplimiento del propósito de Dios debemos 1)conocer el pensamiento central de Dios, 2) cooperar con la obra central de Dios y 3) vivir en el romance divino. Dios desea obtener a Cristo como Su expresión POR MEDIO DE LA IGLESIA (Col 1:15; He 1:3; Ap 21.2). La iglesia es Su Cuerpo, Su aumento, Su complemento y Su novia (Mt 16:16; Ef 1:22-23, 5.32); así que lo expresa (corporativamente) y para Su iglesia el Señor ha de serlo todo. El ha de forjarse y mezclarse con ella (Ef 3:16-21). Los creyentes somos transformados a la imagen de Cristo y edificados juntos (Ro 8:16; 12:1-2, 4-5). Cristo como la expresión de Dios y la Iglesia, el Cuerpo, la expresión de Cristo, expresando a Dios en Cristo (Ef 5:32; Ap 4:11).
Dios está llevando esto a cabo. Esta es Su obra central (Jn 5:17; 4:34; Fil 2:13; 1Co 15:58; Ef 3:16-17; Ga 4:19). La Trinidad Divina ha de saturar a los creyentes hasta llegar a ser nuestra vida y nuestro todo para que el llegue a ser nuestra persona y le expresemos (2 Co 13:14; Ro 8:10, 6, 11; Ef 3:19). Hemos de llevar una vida de consagración y ser uno que coopera con Dios, no haciendo ciertas obras sino siendo pobres en espíritu, teniendo un corazón puro y estando dispuesto a ser llenos del Dios Triuno para llegar a ser una incorporación con Él (Ro 12:1-2; 2Ti 1:7; Mt 5:3, 8; Ef 3:16-19), la cual solo tendrá lugar en una vida de amor íntima con el Señor (Cnt 1:2-4; Jn 3:29; Mt 25:6; Ap 19:7; 21:2; 9-10; 22:17)), sólo el amor hace que mantengamos una relación apropiada con el Señor (Mr 12:30). Amamos al Señor porque El nos amó primero y genera en nosotros el amor con el cual le amamos (1Jn 4:19; Ro 5:5; 8:35, 39; 15:30), nuestro mejor amor.

Profecía semana 1 correspondiente a la PSAM “Llevar una Vida para el Cumplimiento del Propósito Eterno de Dios” publicada por Living Stream Ministry

El Evangelio de Dios (sem 2). Cristo es la Simiente Triple en la Humanidad

La simiente de la mujer, María, se refiere al Cristo encarnado que llegó a ser hombre perfecto, para vencer a Satanás, el pecado y la muerte, efectuando la redención jurídica. En resurrección llegó a ser el Espíritu vivificante para hacernos hijos de Dios orgánicamente. Hiere la cabeza de la serpiente en nosotros, mediante la aplicación de la sangre del Cordero, el hablar la palabra de nuestro testimonio y menospreciar la vida de nuestra alma hasta la muerte (Ro 8:2; Ap 12:10-11; Hch 1:8). Así nos salva de manera completa y nos convierte en la simiente corporativa de la mujer para introducir la manifestación del reino de Dios (Ap 12:5).
Esta simiente corporativa incluye al Señor Jesús como cabeza, centro, realidad, vida y naturaleza del hijo varón, la parte fuerte de la mujer. El Señor, como principal vencedor, es la cabeza, centro, realidad, vida y naturaleza de los vencedores. En la cruz, el Señor destruyó al diablo (He 2:14) y deshizo sus obras (1Jn 3:8) y fue sembrado en nosotros como semilla (Mt 13). Esa simiente vencedora en nosotros nos hace vencedores, al ser fortalecidos diariamente en nuestro espíritu para experimentar las riquezas de Cristo y ser vestidos de Cristo como la armadura de Dios, recibiendo la Palabra con toda oración.

La simiente de Abraham, el patriarca del pueblo escogido se refiere al Cristo resucitado, quien es el Espíritu vivificante (1Co 15:45) e intensificado, es decir, el Dios Triuno consumado. Este Cristo es el descendiente transfigurado de Abraham, quien es el Dios Triuno consumado (Ap 1:4, 4:5, 5:6), para impartirse en los creyentes de Cristo como la bendición suprema, quien es la la realidad de Cristo (Ga 3:14; Jn 14:17-20). De este modo, llegamos a ser la simiente corporativa de Abraham, aquellos que puedan recibir y heredar el Espíritu consumado.
La bendición de Abraham, físicamente, fue la buena tierra (Gn 12:7; 13:15;17:8), la cual tipifica a Cristo. Hoy Cristo es, espiritualmente, nuestra buena tierra: Dios mismo, corporificado en Cristo y hecho real a nosotros como el Espíritu para nuestro disfrute. Hemos de tomarlo y experimentarlo como nuestro todo. Podemos recibirle diariamente teniendo oídos para lo que el espíritu dice a las iglesias (Ap 2:7) y siendo uno con Cristo, amándolo hasta lo sumo y tomándole como nuestra consagración absoluta, permitiéndole abrir nuestros ojos para servir a Dios en nuestro espíritu en el evangelio de Su Hijo.

La simiente de David, el fundador del reino de Israel se refiere igualmente al Cristo resucitado, que se imparte en Sus miembros para introducir el reino, que ellos lleguen a reinar en vida y participen del reino a fin de ser victoriosos con miras al señorío de Dios. El Señor de David en Su divinidad (la Raíz de David), se encarnó y llegó a ser el hijo de David, en Su humanidad, e Hijo Unigénito de Dios. En Su muerte, Él nos reconcilia con Dios y en Su resurrección llega a ser el Hijo primogénito de Dios que nos salva en Su vida, de manera orgánica, con miras a la expresión de Dios. Llegamos a ser la imagen corporativa de Dios. Esta salvación completa se experimenta en el Cuerpo para la edificación de las iglesias locales que serán consumadas como la Nueva Jerusalén.

Disfrute de la PSAM Estudio de Cristalización del Evangelio de Dios, semana 2.
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El Evangelio de Dios (sem 1). El total de las verdades divinas, el cumplimiento del AT y la proclamación del Señor según la revelación del misterio

Ef 1:13; Col 1:5; 1Tim 2:4, 7; 2Co 4:3; Lc 24:27, 44-46; Gn 3:15,21; Mr 1:1; Ro 10:4, 16:25-27; Mt 17:5; Col 2:2.
No debemos separar el evangelio de la Verdad. Básicamente, predicar el evangelio no es hablar de cosas, sino de que Dios desea habitar en y regenerar al hombre, para llegar a ser miembros vivientes de Cristo llegando a constituir la iglesia.
Usualmente pensamos que a veces predicamos la Verdad y otras veces el evangelio. Predicar el evangelio consiste en hablar, presentar la Verdad, habiéndola experimentado. Hemos de conocer la Verdad. La poca propagación actual del evangelio se debe a nuestro escaso conocimiento de la Verdad.
Hemos de predicar un evangelio elevado y no frívolo. Los 4 puntos cruciales de la Biblia son: 1) La creación de Dios; 2) La caída del hombre; 3) La encarnación de Dios y 4) Su impartición. Hemos de hacer de esto nuestro evangelio. Sólo esto podrá impactar y llenar. Sin embargo, hemos de ser diligentes en experimentar al Señor en oración y en cada circunstancia, y ser diligentes en estudiar la Verdad. Nuestra comisión llega a la totalidad de la Verdad.
El evangelio de Dios es el cumplimiento del Antiguo Testamento y hemos de ser iluminados con respecto a la revelación presentada en él (1).
De igual manera el evangelio es la proclamación de Jesucristo según la revelación del misterio. Solamente el evangelio puro, el Cristo viviente y la revelación del evangelio de Dios pueden confirmarnos y guardarnos en unidad para la vida de iglesia. Este misterio consta principalmente de 2 aspectos: A. El misterio de Dios (Col 2:2), quien es Cristo, el cual está en los creyentes (Col 1:26-27) como la vida y el todo de ellos, para que sean miembros de Su Cuerpo y B. el misterio de Cristo (Ef 3:4-6), que es la iglesia, como Su Cuerpo , que ha de expresar Su plenitud (Ef 1:22-23). Así que, Cristo y la iglesia son el gran misterio (Ef 5:32).
Según Romanos, los creyentes hemos sido bautizados en Cristo (6:3); Cristo ha sido forjado en los creyentes (8:10); se han vestido del Señor Jesucristo (13:14) y son edificados juntos en un solo Cuerpo (12:4-5) para expresar a Cristo. Est6a es la máxima consumación del evangelio completo de Dios: Satanás aplastado bajo los pies de los santos (Ro 16:20), la gracia de Cristo impartida a todos ellos (v.20) y la gloria es y será para Dios por la eternidad (v.27). Este misterio ha sido dado a conocer a los gentiles para la obediencia de la fe.

APUNTES COMPLEMENTARIOS:
1.El evangelio es el cumplimiento de la promesa de la simiente de la mujer que destruye la serpiente y la simiente de Abraham que trae como bendición al Espíritu... como nuestra suprema bendición, de las profecías y de los tipos, (ej de tipos: las túnicas de pieles para Adán y Eva, el sacrificio de Abel, el cordero pascual, el maná)...
Después de las promesas está la custodia de la ley. Durante esta custodia (temporal), Dios nos dio profecías para confirmar estas promesas.
Cuando vino la simiente única (Cristo), tal custodia termina. La ley, positivamente fue una custodia; negativamente fue esclavitud. Al efectuarse el cumplimiento, la función termina.
2.Nosotros los cristianos somos confirmados según el evangelio puro y completo de Dios, que incluye la enseñanza acerca de Cristo, el Cuerpo y las iglesias locales.

Disfrute de la PSAM Estudio de Cristalización del Evangelio de Dios, semana 1.
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